31 de marzo de 2010

Receta de Crema de Calabacín al Curry


Asparagus & zucchini soup, originally uploaded by Andurinha.


INGREDIENTES - Receta crema de calabacín con espárragos al curry:
  • 3 calabacines
  • 1 manojo de espárragos verdes
  • 1 cebolla
  • 1 cucharadita de curry
  • 1 cucharada de aceite de oliva
  • 1/2 litro de caldo de verduras
  • sal y pimienta
PREPARACION:
  • Lavar los espárragos y cortar las puntas para adornar. Reservar.
  • Hervir el resto de espárragos  en el caldo de verduras y reservar tanto el caldo como los espárragos.
  • Freír en el aceite la cebolla picada con la cucharadita de curry durante 1 minuto.
  • Agregar a la cebolla el calabacín cortado y freír 3 minutos.
  • Añadir los espárragos y cocinar unos minutos más todo junto.
  • Llevar el caldo a ebullición y poner todos los ingredientes, la cebolla con curry, el calabacín y los espárragos durante 10 minutos más. Salpimentar.
  • Pasar por la batidora.
  • Pasar por la sartén las puntas de espárragos.
  • Servir caliente con las puntas de espárragos encima de la crema.

30 de marzo de 2010

Receta de Sangria "Juanito"


Summer Sangria, originally uploaded by ncmysteryshopper.


PAPI, VA POR TI, TE QUIERO


INGREDIENTES RECETA SANGRIA "JUANITO":
  • 1 botella de vino tinto
  • 2 botellas de cava
  • 5 cucharadas de azúcar
  • 2 naranjas
  • 1 limón
  • 1/2 bolsa de cubitos de hielo
PREPARACION:
  • En una jarra grande verter el vino, el cava, el  azúcar, las naranjas cortadas en cuartos y el limón por la mitad.
  • Echar los cubitos y remover.

26 de marzo de 2010

Receta de Vichyssoise


crema especial de faisán y puerros, originally uploaded by nueva imagen.


INGREDIENTES para receta de Vichyssoise (crema de puerros):
  • 4 puerros
  • 1 cebolla
  • 1/2 caldo de verduras
  • 300 ml. de nata liquida
  • 1 vaso de leche
  • 1 patata grande cocida
  • 3 cucharadas de mantequilla
  • aceite de oliva, sal y pimienta
PREPARACION VICHYSSOISE:
  • Cortar de los puerros la parte verde y hacer un corte en cruz en la parte superior y lavar bajo un chorro de agua fría.
  • Cortar los puerros y la cebolla en juliana y pochar en una cazuela con la mantequilla y 1 cucharada de aceite.
  • Cuando esté dorado, añadir el caldo y cocer 20 minutos.
  • Añadir la patata cocida, la nata y el vaso de leche.
  • Batir y añadir la sal y la pimienta.
  • Servir fría.

25 de marzo de 2010

Receta de cebolla caramelizada con queso de cabra


Pinchitos de cebolla caramelizada con queso de cabra, originally uploaded by carolagarcia7.


INGREDIENTES:

  • 1 kg. de cebollas
  • 3 cucharadas de aceite
  • 2 cucharadas de vinagre
  • 1 cucharada de azúcar
  • 60 gramos de mantequilla
  • 1 vaso de vino blanco
  • 1 vaso de caldo
  • queso de cabra
  • pan tostado en rodajas 
PREPARACION:

  • Pelar las cebollas y escaldarlas en agua unos 5 minutos.
  • Poner al fuego una cazuela ancha (que pueda contener las cebollas en 1 capa) con mantequilla y aceite y cuando tomen color echar 1/2 vaso del vino blanco.
  • Cuando el vino haya evaporado, echar 2 cucharadas de vinagre y espolvorear con el azúcar, añadir el caldo, la otra mitad del vino y cocer durante 20 minutos a fuego lento,  dar la vuelta a la cebolla y cocer 20 minutos más.
  • Extender sobre las tostadas el queso de cabra y poner encima las cebollas caramelizadas.

Ultimo Capítulo de "Asesinato en el Ampurdan"



Ultimo Capítulo

Esa noche, después de mucho amor y mucha ternura, Juan me contó toda la historia.
La policía había detenido a Miguel acusado por el asesinato de Tatiana, Manuel García y Fernando Blanchar. Alejandra fue acusada de cómplice en la muerte de Tatiana. Ella pasará unos cuantos años en la cárcel, pero para Miguel su condena será de por vida.
Tenían pensado vender todas las posesiones en España y largarse a Brasil. En el registro que hicieron posteriormente en casa de Miguel, se encontraron copias de dos billetes de ida a Río de Janeiro. El dinero pensaba transferirlo poco a poco a través de sociedades fantasmas que él había creado hacia tiempo. Ya en vida de su mujer Tatiana, Miguel la había estafado y desviado dinero a cuentas a su nombre en las Islas Caimán.
Pero lo que más me importaba era lo que había sucedido desde que escapé de mi secuestrador.
Efectivamente, Pons oyó la conversación del móvil y por los datos que yo iba dando del restaurante de Cala Montjoi, supuso mi localización y empezaron a rastrear la zona. A Miguel lo detuvieron en el peaje de la autopista a Francia. Ni siquiera me había seguido cuando me tiré al mar. Al no verme salir a la superficie, me creyó muerta y se fue tan tranquilo. Empujó mi coche con la puerta abierta, y lo despeñó al mar. La policía creería que yo habría salido disparada del coche y me había matado, víctima del alcohol ingerido.
El llamó por su móvil a Alejandra, que le estaba esperando en un bar de Rosas con su coche,  le recogió y partieron los dos rumbo a Francia. De allí pensaban viajar a Río de Janeiro.
¡Que poco se imaginaba Miguel que mi móvil había dado la alerta a la policía. Además, Javier, el policía a quien Miguel había golpeado en Palafrugell cuando me escoltaba, había descrito a mi secuestrador.
La policía, los Mossos y Pons se pasaron toda la noche buscándome por la zona. Al día siguiente, cuando me encontraron, iban a empezar en barco la busqueda por las calas inaccesibles de los alrededores.
Pero Pons me encontró antes.
Miguel no dio su brazo a torcer y ni se inmutó cuando le apresaron. Me creyó muerta al verme saltar. Jugó siempre con la baza de no estar en el lugar del crimen en el momento de la muerte de Tatiana y negó que fuera el quien administrara en veneno a su mujer. Pero Alejandra, mucho más débil que él, lo confesó todo.
Alejandra sabía hacia tiempo que era la hija natural de Tatiana. Un día, fisgoneando en los cajones de la mesa de trabajo de su madre adoptiva, encontró los documentos de adopción. Tatiana Farreras era un personaje relativamente conocido entre la jet set y las revistas del corazón, por lo que Alejandra calculó su jugada. Se haría íntima amiga de Tatiana, sin decir nunca que era su hija y encontrar en algún momento la manera de vengarse de la mujer que la había abandonado. Tatiana había renunciado a ella quedando embarazada de algún desconocido y no quiso perder su vida egoísta de lujos y viajes, por un bebé sin padre y con el consabido estigma social.
Influenciada por Miguel, no quiso esperar a que su madre fuera vieja y tramó su venganza. La muerte era lo mejor que le podía pasar a aquella mala madre. Además ella sería inmensamente rica. Alejandra sacó el veneno de la habitación y ayudó a Miguel en su huida después de mi teórica muerte por el acantilado. Además, la noche de la muerte de Tatiana, la pasó en la cama con Blanchar que lo utilizó como coartada.
Pero las cosas les salieron mal. Ellos no contaron primero, que Diego entrase en la habitación con Miguel y después que nos diéramos cuenta de las botellas azules que luego desaparecieron. Además, el chantaje de García y el descubrimiento de toda la trama por parte de Blanchar, les abocó a absurdos y sospechosos asesinatos.
Esa terrible experiencia vivida, hizo que en vez de querer volver a mi vida tranquila y sencilla de trabajo en el hotel, renaciera en mí mi antigua vocación de detective. Me gustaba aquel rumbo que adquiría mi existencia. Le  iba a proponer a Pons formar equipo. El como policía y yo como su ayudante en la sombra. Seguro que me decía que no, pero aún no sabe lo tozuda que puedo llegar a ser.
Juan Pons estuvo una semana de vacaciones después del caso de Tatiana. “Asesinato en el Ampurdan” lo titularon todos los medios de comunicación. Ahora, sin prometernos amor eterno, formamos una pareja bien avenida. El trabaja en Barcelona y casi todos los fines de semana viene a verme. Cuando no hay trabajo, soy yo la que viajo a Barcelona y estoy con él. Tenemos una relación perfecta, cada uno es su casa y Dios en la de todos, como dice el dicho. Mi vida gracias a él se ha enriquecido, ya que tengo alguien más a quien amar.

18 de marzo de 2010

Receta Rápida de pastel de chocolate


5 minute sponge cake, originally uploaded by VeganWarrior.


INGREDIENTES Receta Pastel de chocolate rápido:
  • 4 cucharadas de harina
  • 4 cucharadas de azúcar
  • 2 cucharadas de cacao en polvo
  • 1 huevo
  • 3 cucharadas de leche
  • 3 cucharadas de aceite de girasol
  • 3 cucharadas de chocolate en trocitos (opcional)
PREPARACION pastel de chocolate rápido:
  • Poner las cucharadas de harina, azúcar y cacao en una taza alta y mezclar.
  • Añadir el huevo batido y mezclar.
  • Verter la leche y el aceite de girasol y mezclar.
  • Añadir los trozos de chocolate (opcional)
  • Poner la taza en el microondas durante 3 minutos a 1000 W.
  • Desmoldar y servir caliente con helado de vainilla o crema de leche.

Capítulo Veintinueve de "Asesinato en el Ampurdan"

29

Cuando me desperté o me despertaron, ya que luego me dijeron que me habían mantenido dos días sedada, tenía a mi alrededor a todos mis seres queridos.
En un primer momento y aturdida aún por todos los tranquilizantes que me habían dado, pensé que estaba en la otra vida rodeada de la gente que más me quería. Eso debía de ser realmente el paraíso. Mi gente y yo. Paola me cogía la mano, Manuela lloraba en un rincón, Diego reía a su lado y hasta mi ex marido Alberto estaba ahí. Al único que no vi al despertar fu a Pons, mi salvador.  ¡Ya me temía yo que ni en el paraíso la felicidad podía ser completa!
-¡Mamita! ¿Cómo estás?- Me dijo Paola dándome un beso cerca del labio magullado.
-¡Paola! ¿Qué haces aquí en España?-
-Me llamó papá. Me contó que habías tenido un accidente y vine rápidamente. ¡Te quiero mucho!-
-Yo también, cariño.- las lágrimas de emoción volvieron a brotar de mis ojos. Miré a Alberto y dije:
-Hola, Alberto. ¿Cómo te has enterado? ¿No estabas de viaje?-
-Blanca, me alegro de verte, de verdad. Me llamó Manuela al móvil. Estaba en Londres pero cogí el primer avión y llegué ayer. La pobre estaba muy preocupada. La policía la había informado de todo lo que te había pasado y no sabía lo que hacer.- respondió Alberto.
Después de dar besos y abrazos, de llorar y reír, entró una enfermera mandona y pidió a mi familia que saliera, que yo tenia que descansar. Fueron abandonando la habitación uno a uno, como si se resistieran a dejarme sola otra vez.
Manuela me besó y me dijo que ella no se iba, que esperaría fuera. Diego, mi Dieguito, había dejado su convalecencia suiza y estaba ahí con sus muletas y su pierna enyesada. Paola lo cogió del brazo y después de besarme, salieron juntos. ¡Como me gustaba ese chico para mi hija!
Antes de que Alberto se marchara le pregunté:
-¿Qué se sabe de Miguel Martí, el que me quería matar?-
-Blanca, ahora no te preocupes de eso. Ya no corres ningún peligro. La policía lo ha detenido. Pero me ha dicho el inspector Pons que vendrá el personalmente a contártelo todo. Ahora descansa, vendremos todos por la tarde a verte otra vez.- y antes de irse, Alberto se inclinó hacia la cama, me besó suavemente en los labios y me dijo que me quería.
Yo también le quería. Seguía siendo un hombre guapo y elegante. Quizá nos habíamos conocido siendo demasiado jóvenes. Pero sobre todo era el padre de mi hija y por ese motivo le querría siempre. Me había dado lo más preciado de mi existencia. Paola.
Salí del hospital al día siguiente. La deshidratación y las magulladuras ya estaban controladas y los médicos decidieron darme el alta. Paola vino con el coche y me llevó al hotel. Como buena Leo, se hizo cargo de todo y empezó a mandarme como si hubiéramos invertido los papeles, ella hacia de madre y yo de hija. Le dejé hacer. Era agradable dejarse cuidar y mimar. Estuve dos días encerrada en mi habitación, sin llamadas ni visitas y bajo la férrea custodia de Paola y Manuela.
Al tercer día, ya francamente recuperada, mi encierro y convalecencia se hicieron insoportables. Solo necesitaba ver a Pons y que me contase los pormenores de la detención de Miguel.
Lo primero que hice cuando salí de mi habitación fue ir directa al teléfono (Paola me había clausurado el de mi cuarto) y llamar a Juan. Al mismo tiempo le pedí a Paola que fuera a Palafrugell a comprarme un móvil. El mío se había quedado con Miguel en alguna roca, víctima de la furia de Miguel. No quería ir por la vida sin ese invento que me había salvado de morir despeñada. Además dispondría de un rato de soledad y poder hablar con Juan con tranquilidad.
Llamé a comisaría y para variar Pons no estaba. No quisieron darme su móvil, que había sucumbido memorizado en mi teléfono a la furia de Miguel. Tuve que conformarme con dar el recado que me llamara.
Pasé la tarde en el jardín con mi hija. Al día siguiente y a pesar de sus protestas, volvía a Nueva York. No quería dejarme pero tuve que convencerla que lo primero era su trabajo, ya que yo estaba perfectamente. Como dormía en Barcelona en casa de su padre, cenamos pronto y sobre las nueve se fue en el coche que había alquilado en el aeropuerto. Lloramos al despedirnos, pero las dos sabíamos que  pronto nos veríamos en Nueva York.
Por unos instantes, la nostalgia se apoderó de mí. La iba a echar de menos después de unas semana juntas. Paola es una persona vital y su presencia siempre llena el espacio en el que habita.
Mientras veía el coche de Paola partir en la lejanía, apareció el de Pons. Bajó corriendo y me abrazó tan fuerte que pensé que me iba a romper las costillas.
-Blanca, siento no haber venido antes, pero no he podido. He tenido mucho trabajo con la detención de Miguel y de Alejandra. ¿Cómo te encuentras?
-Bien, bien, estoy perfectamente. Pero quiero saber todo lo que pasó. Nadie me ha contado nada. ¿Cómo me encontraste? Y …-Pons no me dejó seguir. Cerró mi boca con la suya y mi mente ya no quiso averiguar el final de aquel caso, sino que solo deseaba fundirse en el cuerpo de policía.














16 de marzo de 2010

Receta de Huevo Frito con mantequilla al Tartufo


huevo frito, originally uploaded by ernaneitores.


INGREDIENTES:

  • 2 huevos
  • 1 cucharada de mantequilla de trufa (burro al tartufo, se compra en cualquier tienda de productos italianos)
  • aceite, sal y pimienta.
PREPARACION:

  • En una sartén con aceite echar la clara del huevo y dejarla freír un poco, poner encima la yema del huevo con la cucharada de la mantequilla y la sal y la pimienta hasta dejar el huevo frito.
  • este plato lo podemos acompañar con jamón o bacon y patatas fritas

Capítulo Veintiocho de "Asesinato en el Ampurdan"

28


Cuando emergí a la superficie, miré a mi alrededor y no vi a nadie. La costa era completamente escarpada y abrupta y las rocas llegaban hasta el mimo borde del mar. No se divisaba ninguna playa. Esa parte de la costa no la conocía, pero nadé hacia el norte suponiendo que en algún momento llegaría a la Cala Montjoi o sus alrededores. De cuando en cuando, mientras nadaba, miraba hacia las rocas por si veía a Miguel, me paraba en algún saliente a descansar y seguía nadando alejada de la orilla, por si aparecía Miguel y me pegaba un tiro.
Ya debía de llevar como una hora dentro del agua y aún no había divisado ni una sola playa. El paisaje era cada vez más árido y las rocas más altas. Me sería imposible llegar a tierra en ese lado de la costa. Continué nadando, pero poco a poco iba entrando en una especie de sopor que me hacía cerrar los ojos. Mi cuerpo se iba relajando y mis músculos se estaban agarrotando. Temí no tener fuerzas para aguantar mucho tiempo más dentro del mar. Como ya he contado antes, la tozudez es uno de mis defectos, o virtud en este caso, seguí nadando y ordenando a mi mente que no se hundiera y se llevase consigo a mi cuerpo, cada vez más inerte.
Después de lo que a mí me pareció una eternidad, divisé una pequeña cala. Desde mi posición dentro del mar, parecía que solo se podía acceder a ella por el agua, así que moví los brazos, ya no podía decir que estuviera nadando y con las últimas fuerzas que me quedaban, logré llegar hasta la arena. Una vez en tierra, busqué refugio debajo de un pino y caí extenuada.
Cuando me desperté habían pasado seis horas y la noche había caído sobre el Ampurdan. Tenía frío, hambre y sed. Mi cuerpo estaba magullado y entumecido y dentro de mi cabeza parecía que estuvieran metidos todos los adolescentes del mundo tocando música trance. El labio me escocía y lo notaba hinchado como si me hubieran inyectado silicona. No me atrevía a moverme. Pero al menos que Miguel tuviera una barca, aquella cala era un refugio seguro. Lo del hambre y los dolores en mi cuerpo lo podría soportar, pero la sed. Me notaba la boca pastosa y seca. La mezcla de alcohol, vómito y la sal de mar habían incrementado mis ansias de agua. En ese momento hubiera dado todo lo que tenía por una botella de Vichy Catalán.
Debí quedarme dormida otra vez, pues cuando volví a despertar era noche cerrada y las nubes tapaban las estrellas. Ya no me dolía la cabeza y el labio había remitido en volumen. Notaba la sangre seca y pegada a mi cara y cuello, pero no me atrevía a moverme para buscar algo con que limpiarme. Poco a poco mis ojos se acostumbraron a la oscuridad. La cala era una lugar recóndito imposible de llegar o de partir a pie, por lo que al día siguiente y con luz tendría que volver al agua y seguir nadando hasta algún punto de la costa en que pudiera  acceder a la civilización. ¿Quién decía que la Costa Brava estaba completamente urbanizada? ¡No conocían este lugar!
Cuando los primeros rayos de sol salieron por el norte de la cala, me zambullí en el agua otra vez. Me prometí a mi misma que si salía con vida de aquella aventura, no me metería en el mar en una buena temporada. Como ya estaba mejor de mis golpes y contusiones, nadé a un ritmo más rápido y al cabo de una hora, divisé una playa. Eran las ocho de la mañana y no había ni un alma. Me quedé en la esquina sur de la cala, aún sumergida en el agua, para ver si divisaba a Miguel. Tenía miedo de que el muy cerdo, hubiera pensado lo mismo que yo y me estuviera buscando en el único punto de la costa donde podía salir del agua y tocar tierra.
Esperé diez minutos más, pero mi cuerpo ya estaba empezando a arrugarse cual pasa de corinto, por lo que decidí salir a la superficie y lanzarme en busca de ayuda. La playa era una calita pequeña, sin ninguna construcción o vivienda, pero con un sendero que indicaba que alguna salida debía de tener.
Mirando por todas partes, empecé a subir el camino. Desde luego había que tener moral y ganas para bajar a esa playa para disfrutar de un poco de soledad en pleno verano. Llevaba un buen rato subiendo, cuando oí un ruido. Mi instinto hizo que saliera rápidamente del camino y me escondiera entre unos matorrales. No me atreví a levantar la cabeza para ver quien era. Estaba paralizada por el miedo. Mis nervios y mis músculos se habían agarrotado definitivamente y ya no obedecían las órdenes de mi cerebro, que les decía que volviera a correr para huir de mi posible asesino.
Me mantuve acurrucada en posición fetal, con la cabeza escondida dentro de mis brazos, cuando noté una mano que se ponía en mi espalda. Quise gritar, pero de mi boca no salieron las palabras.
-¡Blanca, gracias a Dios! ¡Estas viva!- chilló una voz que no supe reconocer.
Levanté la cabeza y era Pons.
Pons me levantó del suelo y me estrechó en sus brazos. Creo que fue uno de los momentos más felices de mi existencia. Fue como una película que ahora veo después del tiempo transcurrido, ya que entonces no me enteré de nada.
Sin poder articular palabra, (pensé que me había quedado muda) empecé a llorar y a besar a Juan al mismo tiempo. Mis lágrimas, mi saliva y la suya, sus lágrimas, formaron un agua bendita que me quitó la sed de golpe. Solo deseaba fundirme en aquella boca que me daba tranquilidad y amor. Me llevó cogida de la cintura todo el camino hasta su coche y sin decir palabra me acomodó en el asiento del copiloto, me ató el cinturón y sin dejarme de darme la mano, condujo hasta el hospital.
Creo que entré en un estado de shock, ya que me quedé completamente aturdida, sin habla y con un agotamiento físico y psíquico como nunca antes había sentido.
Lo último que recuerdo de aquel día, fue la entrada en el hospital de Palamos, la camilla donde me pusieron el gota a gota, los médicos y enfermeras a mi alrededor y sobre todo a Pons todo el rato a mi lado, con su mano cogiéndome fuertemente la mía, hasta que los ojos vencieron mi voluntad y se cerraron.

11 de marzo de 2010

Receta de Mayonesa de Yogourt


DiverXO (2008), originally uploaded by encantadisimo.


INGREDIENTES:

  • 1 yogourt natural
  • aceite suave
  • sal y pimienta
PREPARACION:

  • En la batidora poner el yogourt, la sal y la pimienta y echar el aceite poco a poco hasta conseguir el espesor deseado.

Capítulo Veintisiete de "Asesinato en el Ampurdan"

27

La primera bala me pasó rozando la oreja derecha, pero no me giré y seguí corriendo como alma en pena. Gracias a la aburrida cinta de footing estaba en buena forma para la carrera, así que cuando oí la segunda detonación, ya me encontraba lejos.
Me había adentrado en un pequeño pinar que suponía iría a parar al mar. Sin dejar de correr y con las balas silbando cerca de mí, oía la voz de Miguel que decía que parase, pero a esas alturas yo no pensaba obedecerle. Estuve corriendo diez minutos seguidos, cuando tuve que parar. El corazón me salía por la boca y los pulmones estaban a punto de reventar.
El silencio era absoluto y sobrecogedor y con aquel dolor de cabeza, solo podía oír como retumbaba mi cerebro.
Llegué finalmente al mar. Las rocas eras lisas y descendían paulatinamente hacia el Mediterráneo. Solo tenía dos opciones: volver por donde había venido y encontrarme con mi futuro asesino o tirarme al agua. Obviamente me decanté por la segunda opción, bajé hasta donde pude para acercarme todo lo posible al mar, para que el impacto con el agua no fuera muy fuerte,  y me lancé.
Mientras entraba en el agua, me vino a la mente la canción de Joan Manel Serrat “Mediterráneo” pero esta vez creí que en vez de nacer, Serrat debiera haber cantado “y yo morí en el Mediterráneo”
Durante todo el trayecto de la caída al mar, el hundimiento en la profundidad y la posterior subida a la superficie, canté mentalmente esa maravillosa canción de Serrat.



Quizá porque mi niñez
sigue jugando en tu playa
y escondido tras las cañas
duerme mi primer amor,
llevo tu luz y tu olor
por dondequiera que vaya.
y amontonado en tu arena
guardo amor, juegos y penas
yo
que en la piel tengo el sabor
amargo del llanto eterno
que han vertido en ti cien pueblos
de Algeciras a Estambul,
para que pintes de azul
sus largas noches de invierno.

A la fuerza de desventuras
Tu alma es profunda y oscura.



A tus atardeceres rojos
se acostumbraron mis ojos
como el recodo al camino
soy cantor, soy embustero
me gusta el juego y el vino
tengo alma de marinero



Qué le voy a hacer, si yo
nací en el Mediterráneo
Y te acercas y te vas
después de besar mi aldea
jugando con la marea
te vas pensando en volver
eres como una mujer
perfumadita de brea
que se añora y se quiere
que se conoce y se teme



Ay
Si un día para mi mal
viene a buscarme la parca,
empujad al mar mi barca
con un levante otoñal
y dejad que el temporal
desguace sus alas blancas.



Y a mí enterradme sin duelo
entre la playa y el cielo
en la ladera de un monte
más alto que el horizonte
quiero tener buena vista
mi cuerpo será camino
le dará verde a los pinos
y amarillo a la genista
cerca del mar. Porque yo
nací en el Mediterráneo.
¡Que bonito poema como epitafio de mi muerte! Fueron mis últimos pensamientos.

8 de marzo de 2010

Receta de Puré de patatas


Puré de patatas, originally uploaded by Velocidad Cuchara.


INGREDIENTES:

  • 4 patatas grandes
  • 2 huevos duros
  • 200 gramos de jamón dulce
  • 4 cucharadas de mayonesa
  • sal y pimienta
PREPARACION:

  • Preparar el puré de patatas, añadir la mayonesa, los huevos duros cortados en cuadrados y el jamón dulce en tacos.
  • Remover bien y poner el puré en una fuente de horno y gratinar 5 minutos.

Capítulo Veintiséis de "Asesinato en el Ampurdan"

26


Aparqué en el descampado de en medio del pueblo y con el capazo en la mano me dirigí al mercado. Javier, que así se llamaba el policía, me seguía a dos metros y cada vez que yo me paraba, hacia un reconocimiento visual de todo mi alrededor. ¡Vaya coñazo llevar guardaespaldas! No entendía a la gente famosa todo el día con alguien vigilando sus espaldas. Prefería mil veces vivir en el anonimato y hacer lo que quisiera a cada paso de mi vida. Pero cuando volviera a ver a Pons, le diría que se dejara de tonterías y me dejara vivir como a mi me gustaba, en soledad.
Después de un buen rato de comprar verduras y pescado, el cesto estaba rebosante y las bolsas de comida pesaban un montón. Al menos le saqué partido al guardaespaldas. Cargó como una mula todas mis compras. El pobre hombre llevaba las dos manos llenas de paquetes. Estábamos llegando al descampado donde había dejado el coche, cuando de repente de atrás de una camioneta apareció Miguel. Llevaba un bate de béisbol en la mano y rápidamente  descargó de  golpe seco y fuerte en la cabeza del policía. El pobre hombre ni le había visto ni había podido reaccionar, cargado como iba con todas las bolsas de comida.
No pude ni supe que hacer. Me quedé paralizada. Miré a Miguel para decirle algo, pero de mi boca no salieron las palabras. Esta vez no hubo sonrisas ni besos. Sus ojos azules estaban fríos e inexpresivos. Sin pensar en nada más que en escapar, me di la vuelta e intenté correr, pero Miguel fue más rápido que yo, me cogió del pelo y tiró de él hasta que mi cara quedó a un dedo de la suya. En mi estómago noté una presión, bajé la vista y tenía apoyada una pistola con silenciador entre el hueco de mis pulmones.
-¿Qué coño haces?- mi voz sonaba asustada y enfadada a la vez.
-¡Cállate y sube al coche!-
El miedo había invadido todo mi cuerpo. En ese momento supe a ciencia cierta que Miguel había sido el asesino. Solo pensé en mi hija Paola y que ya no podría ir a Nueva York a ver su primer desfile como diseñadora. ¿Por qué no había hecho caso a Pons, y me había quedado tranquila y segura en mi casa? Después de estos dos pensamientos, mi mente quedó en blanco y mi cuerpo paralizado.
Miguel me empujó con violencia dentro de mi coche, me dio las llaves que había sacado de mi bolso y me hizo sentar en el asiento del conductor. El se sentó al lado, en el del copiloto y me clavó la pistola en el costado. Apretaba tan fuerte que pensé que me iba a romper una costilla.
-¡Arranca!- chilló.
-¿Por qué haces esto? ¿Qué pasa?-
-¡Arranca de una puta vez, joder, y cállate!-
Obedecí y puse el coche en marcha.
-¿A dónde vamos? ¡No podemos dejar al pobre hombre tirado en el suelo!-
-¡Que te calles, hostia!- y me pegó un bofetón. -Tú sal del pueblo dirección Gerona y ya te indicaré lo que tienes que hacer.-
Seguí sus instrucciones y me dirigí a la salida del pueblo. Después de quince minutos ya habíamos pasado La Bisbal y la pistola seguía empotrada en mis costillas. Como no tenía que darle conversación, me dediqué a pensar a ver que podía hacer para salvar el pellejo. Porque estaba segura que nada bueno quería hacer Miguel con mi cuerpo serrano.
Si el policía había despertado, y deseaba por su bien y el mío que así fuera, avisaría a Pons. Pero, ¿Qué iba a hacer Pons para salvarme? ¿Cómo iba a saber donde me encontraba?
Habíamos dejado hacia rato La Bisbal, cuando de repente Miguel me indicó que cogiera un camino que torcía a la derecha. No había visto ningún coche de policía y me estaba empezando a poner nerviosa. Conduje varios kilómetros por carreteras secundarias y después de un rato volvimos a salir a la carretera general. Ibamos dirección a Rosas. Yo quería hablarle y que me explicara el porque de todo aquello. Pero cada vez que intentaba abrir la boca, el me presionaba más fuerte con la pistola. Decidí callarme y concentrarme en la conducción. Esperaba que pasara algún coche de policía y de los Mossos de Escuadra, hacerles luces o cualquier infracción, para que me parasen y detuvieran a Miguel.
Pero ese día la Costa Brava estaba vacía. Parecía que todo el mundo se había puesto de acuerdo para no salir a la calle. Llegamos a Rosas y me hizo coger la carretera que lleva a Cala Montjoi. Al final de ésta se halla uno de los mejores restaurantes de España, “El Bulli” feudo del gran Ferran Adria. Adria era un ídolo para mí. Es uno de los mejores cocineros y más imaginativos de la historia de la cocina. Su constante imaginación le había llevado a descubrir nuevas técnicas culinarias y ponerlas en práctica de una manera magistral.
¿Y si Miguel me estaba gastando una broma y me quería invitar a comer al Bulli? Claro que entonces no habría pegado a Javier, el policía.
A mi mente vinieron recuerdos de otras estancias en el restaurante de Cala Montjoi. Había estado dos veces. Una con mi ex marido y otra con unas amigas. Esa segunda vez la recordaba muy bien. Hacía un par de años, Cristina y María se había alojado en el Paraíso Perdido y habíamos ido una noche a ver a Joan Manel Serrat a un concierto en el Castillo de Perelada. Cenamos en “El Bulli” y la cena fue memorable, ya que cada plato que nos sirvieron, era un sinfín de sabores, olores y sensaciones que calaban en nuestros cerebros y nuestros estómagos. Mientras conducía me acordaba de la espuma de pan con tomate y tortilla de patatas, de la crema de guisantes con la textura de calor y frío que me pareció lo más sensual que un cocinero puede preparar.
La carretera estaba llena de curvas, por lo que reduje la velocidad. El tiempo parecía detenido en aquellos parajes abruptos y áridos. Había rocas por todas partes y la carretera empezaba a bajar buscando el mar. Con una indicación de cabeza, Miguel me hizo girar a la derecha y nos adentramos en un camino estrecho y sin asfaltar. ¿Dónde me llevaba? Ahora ya estaba segura que no íbamos a una comida romántica a “El Bulli” ¿Se disponía a matarme y tirarme al mar en aquel paraje perdido?
Tenía que pensar y pasar a la acción. Ahora que la vida me iba bien, era feliz, el hotel empezaba a funcionar y había un hombre que parecía estar interesado en mí y yo en él, el cabrón de mi acompañante quería matarme. Tenía que improvisar y hacer algo para escaparme. Pero ¿Qué? Entonces me acordé de lo que llevaba en mi bolsillo del tejano. ¡Mi móvil! En pocos segundos mi cerebro empezó a trabajar. Ya sabía lo que iba a hacer.
-Miguel, por favor, ¿Puedo fumar?- le pregunté nerviosa.
-Si, pero no te distraigas. ¿Dónde tienes el tabaco?-me contestó con voz seca y cortante.
-En mi bolso-
Como este se hallaba en el asiento de atrás del coche, Miguel se giró para recogerlo. Se pasó la pistola a la otra mano, me la clavó en el cuello y con la izquierda recogió el bolso de la parte trasera. Mientras hacia este movimiento, saqué una mano del volante y la metí en el bolsillo del pantalón. Gracias que tenía el número de Pons programado en el número 7 del teclado y solo tuve que apretar, esperar y desear que el inspector oyera mi conversación.
-¡Toma!- y me pasó el cigarrillo encendido y luego él cogió otro.  -La última voluntad de los condenados- me soltó con sorna el muy gilipollas.
-Miguel, ¿Por qué me tienes secuestrada y a donde vamos por esta carretera de curvas? ¿Me vas a invitar a comer al “Bulli”?- le dije esperando que Pons estuviera escuchando la conversación.
-¡Que cojones estas diciendo! ¡Cállate y sigue hasta el acantilado!
-¿No pretenderás tirarme por ahí, verdad?- y ya no pude hablar más, porque me hizo parar el coche y me pegó un tortazo que me partió el labio.
Como no era tonto y mis preguntas habían sido bastante capciosas, temí que intuyera lo del móvil, así que volví a meter la mano en el bolsillo y cerré el teléfono. Como soy adicta a ese aparato, el teclado y las opciones más fáciles las sé hacer sin mirar,  por lo que cuando me cacheó y descubrió el teléfono en mi pantalón, no le dio mas importancia y lo tiró por la ventanilla.
Me hizo parar el coche justo en el borde del acantilado. Medio metro más y me precipitaría al vacío eterno.
-Y ahora querida Blanca, te vas a tomar una botella entera de whisky a mi salud y a la de Alejandra.-
-Gracias, pero no me gusta el whisky- le contesté sarcástica.
-Mira, Blanca, no te hagas la graciosa- y sin dejar de apuntarme con la pistola me hizo bajar del coche, abrió el maletero y sacó una botella de Johnny Walker, que había metido antes en el descampado del aparcamiento.
-Pero, ¿Qué pretendes? ¿Emborracharme?-
-¡Bingo! ¡Premio para la señorita! Te tomarás todo el whisky, te daré un golpe en la cabeza y te tiraré con el coche por el barranco. Así parecerá que conducías en estado de embriaguez, te saliste de la carretera y te mataste.
-Pero ¿Por qué?- le pregunté con lágrimas en los ojos.
-¡Está bien, te lo diré! Porque tú viste las botellas del veneno. Tú y Diego sois los únicos que podéis testificar en ese tema. El veneno estaba mezclado con el agua. Ahora, basta de explicaciones y empieza a beber.-
-Miguel, creo que tengo derecho a una explicación un poco más amplia ¿No te parece? ¿Era mentira todo lo que me dijiste? ¿Fingiste amarme?- le pregunté para ganar tiempo.
-Blanca, sigue bebiendo o te meteré la botella a la fuerza.-
Le di otro trago a la botella.
-¡Eres un poco ilusa! Como experiencia sexual ha sido fantástico, pero nada más. No te voy a negar que me gustas, pero sabes demasiado. Si no te hubieras fijados en las botellas azules, probablemente esto no pasaría. La mala suerte es que cuando yo iba a retirarlos, Diego me acompañó al bungalow y no pude hacerlo. Tuve que arriesgarme con Alejandra para que fuera ella quien las sacara, antes de que viniera la policía.-
-¡O sea que la mataste tú!-
-¡Pareces tonta! ¡Tanto leer novelas de detectives y no te ha servido para nada! ¡Claro que fui yo!- Miguel lo confesó con regodeo y satisfacción.- Como me caes bien te lo contaré rapidito si mientras sigues bebiendo el whisky. Cuando volvimos de la cena de Palamos, Tatiana ya se había tomado más de dos gramos de cocaína y no se cuanto vino y no sabía lo que hacía. Estaba completamente borracha y drogada. En la habitación le hice seguir la juerga, más droga y alcohol. ¡Que bebiera el agua con arsénico, fue lo más fácil de todo! ¡La muy cretina ni se enteró del gusto raro del agua envenenada! A esa hora Tatiana se podía haber bebido hasta el agua de los floreros. La dejé a eso de las dos de la mañana amorrada al “agua” ya que tenía mucha sed. Por eso no me llevé las botellas, ya que cuanto más bebiera mas se envenenaría y yo estaría lejos y con una coartada. Se estaba matando ella solita.- ¡bebe, Blanca o de voy a meter la botella hasta el cuello!- volvió a chillarme y ponerme la pistola en la cabeza.
-¡Joder, Miguel, que me cuesta mucho de pasar!- le contesté aterrada y el siguió con su relato:
-Pensaba sacar las botellas al día siguiente, cuando hiciera horas que Tatiana estuviese muerta y yo encontrase el cadáver, pero tú mandaste al chico a que me acompañara al bungalow y no pude hacerlo. Tuve que utilizar a Alejandra para que las sacara de la habitación y a García para que se las llevara del hotel.- Miguel cogió la botella que yo tenía en la mano y me la metió en la boca.- ¡Sigue bebiendo o no te cuento nada más.-
Hice lo que me ordenaba y volví a intentar tragarme el whisky. La mitad lo dejaba escurrir por la comisura de los labios, pero la verdad es que ya estaba empezando a notar los síntomas de un principio de estado etílico.
-Esa noche- Miguel cada vez estaba más confiado contando su asesinato- después de asegurarme que Tatiana había bebido la cantidad necesaria de veneno y dejarla con las botellas para que siguiera, me largué a Barcelona. Salí del Ampurdan a las 2 de la mañana y a las dos cuarenta y cinco estaba en el UP AND DOWN. Tatiana debía seguir bebiendo a esa hora y yo ya estaba en Barcelona con mi coartada perfecta. Me ocupé de entablar conversación con el camarero de la barra de la entrada del UP y le di una propina de cojones. Seguro que se acordaría de mí. Tatiana no moriría hasta al cabo de un buen rato y yo estaría rodeado de gente. Hasta me ligué a una putita rubia llamada Noemí que declaró a la policía haber estado conmigo.- Pero en lo que si has acertado es en que Alejandra me ayudó con las botellas. Engañó a Diego con lo del tabaco, entró en el bungalow y se llevó el bolso de Tatiana con las botellas dentro. Ese bolso de Hermès pasaba de una a otra. Alejandra siempre se lo pedía a Tatiana y al final se lo agenció. Mas tarde dio las botellas a García, que las metió en su coche y se largó antes de que llegara la policía.-
-O sea , que tú y Alejandra estabais conchabados.-
-Si, claro. Ella sabía que era la hija natural de Tatiana. Lo había descubierto hacía tiempo y odiaba a mi mujer por haberla abandonado. Lo planeamos juntos. Si Tatiana moría sin testar la fortuna sería parar a mí, pero si se arrepentía por haber abandonado a su hija y hacía un testamento a su favor, la fortuna iría a parar a Alejandra. La chica esta perdidamente enamorada de mí. Así que haría lo que yo le pidiera. Le he prometido matrimonio y una vida de lujo fuera de este país. La tengo rendida a mis pies.-
¡Que fatuos y vanidosos son los hombres! Siempre les gusta regodearse y pavonearse de las mujeres que sucumben a sus encantos.
-¿Y Fernando Blanchar? ¿Qué tenía que ver con todo esto?- le pregunté esperando que cuanto mas tardase en tirarme al barranco, mas probabilidades tenía de que me rescataran, si es que Pons había podido oír mi conversación a través del móvil.
-Mira que eres curiosa. Blanchar no tenía nada que ver. Lo conocimos en tu hotel. Pero cuando se enteró de que Alejandra iba a ser rica, se pegó a ella como una lapa. La muy tonta le confesó una noche en el hotel que Tatiana era su madre. Blanchar debió pensar que una vez muerta Tatiana, la niña heredaría todo. Quiso sacarle dinero a Alejandra. Además las sospechas cayeron sobre él y eso nos iba a las mil maravillas.- Miguel rió y me miró fijamente. –Eso es gracias a ti, que pensaste que Blanchar era el asesino.-
-Como Alejandra es medio boba, está muy buena, pero es tonta, quiso darme celos con Blanchar y se dejó acompañar a todas partes por él. Hasta que un día Blanchar escuchó una conversación de Alejandra conmigo. Hablábamos de las botellas de veneno. Blanchar ató cabos y destapó el pastel. Por si fuera poco, conocía a Manuel García de Lérida, y ¡eso ya es casualidad! Sospechó que era nuestro cómplice y quiso sacar tajada, tanto de mí como de Alejandra.-
-¡Que horror! ¡Tu lo mataste!-dije mientras me caían las lágrimas por los ojos y el alcohol por la boca.
-No tuve mas remedio que matarlo- continuó Miguel orgulloso del nuevo crimen.- También averiguó que yo me había cargado a García. Manuel se quiso pasar de listo y hacerme chantaje. En vez de deshacerse de las botellas con el veneno, las guardó para pedirme más dinero, el muy cabrón. Blanchar estaba cada vez mas cerca de descubrirnos.-
-¡Estas loco!- le dije aterrada- ¡No te importa nada toda la gente que has matado!
-No, no estoy loco. He estado loco al aguantar a la mimada de Tatiana durante tantos años. Se reía de mí. Yo no era nadie para ella porque no era rico. Todo el tiempo me pasaba por la cara que yo era una mierda, que era un desgraciado mantenido. Pero eso se acabó.- ¡Bebe!- me chilló otra vez.
Evidentemente de sorbito en sorbito no iba a acabar nunca, que es lo que yo pretendía, y a Miguel se le acabó la paciencia. Me cogió la cabeza y empujó la botella a mi boca y no soltó. El whisky se deslizó por mi garganta. Cuando ya me empezaba a faltar el aire, hice un movimiento brusco con la cabeza,  la presión de la mano de Miguel cedió y la botella cayó al suelo haciéndose añicos. Miguel se puso hecho una furia y volvió a pegarme un puñetazo. Esta vez fue mi nariz la que recibió el impacto de su mano y la sangre empezó a fluir por mis fosas nasales. Entre el sabor al alcohol, la sangre y las lágrimas que me habían saltado a consecuencia del golpe, tenía un coktail de sabores en mi garganta que ni el mejor de los barmans podía haber preparado. Me caí al suelo y vomité lo que había tragado.
-Bueno, ya me he cansado de gilipolleces, ahora no voy a tener más miramientos. Te voy a meter el alcohol a la fuerza, si te ahogas al beber me es igual, al fin y al cabo vas a morir ahogada en el mar.- Y se dirigió al maletero del coche en busca de una segunda botella de whisky.
En ese momento vi la oportunidad de escapar. Yo estaba en el suelo, apoyada en la parte frontal del coche. Mi estado era lastimoso y supongo que con la aparatosidad de la sangre y del vómito, Miguel pensó que me había dejado transpuesta. Pero aunque me notaba la cabeza a punto de estallar, logré levantarme sin hacer ruido y empecé a correr hacia unos árboles que había a unos diez metros.
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