10 de noviembre de 2009

Tercer Capítulo de "Asesinato en el Ampurdán" y Receta de Lenguado Meuniere

Capítulos anteriores:
Primer capítulo
Segundo capítulo
Cuarto capítulo

Quinto capítulo


De todas las habitaciones, mi despacho era la que más me gustaba. Está en la planta baja y tiene un enorme ventanal en forma de arco que da al jardín donde los sauces llorones resplandecían espectacularmente aquella primavera.


Con la lista de reservas en la mano, empecé a repasar a los huéspedes de los próximos días. En primer lugar estaba el matrimonio Martí, Miguel y Tatiana. Ella rica de nacimiento y de vocación. El tenía una pequeña tienda de decoración. Antes de acoger alguien en mi hotel, siempre procuro enterarme de quienes son. Tengo que decir que mi fuente es mi amiga Rosa de Barcelona, que es periodista de sociedad y lo sabe todo de todo el mundo, y si no lo sabe, se entera. Según su información, Tatiana pertenecía a la jet set española y hacía su vida bastante independiente de la de su marido Miguel, ya que el no podía mantener los caprichos y nivel de vida de su mujer Tatiana y ésta no se conformaba con lo que Miguel poseía. Pero al ser ella millonaria, pasaba de él y hacía lo que quería. Según Rosa se llevaban fatal y había oído rumores que apuntaban a Tatiana hacia la bisexualidad. Lo que yo me preguntaba era que hacían juntos en mi hotel si tan mal les iba.
Otra de las huéspedes era una mujer, Alejandra Jiménez, que venía con el matrimonio Martí y era íntima amiga de la mujer. Era modelo y residía en Madrid.


Luego estaban los Segura, un matrimonio de edad, que celebraban sus 45 años de casados. Rosa me había informado que eran gente conocida de Madrid.


Del cuarto huésped, un tal Fernando Blanchar, mi amiga periodista no me pudo dar ninguna información. Pero como pidió la suite, con champagne francés cada día, me dejé de escrúpulos y le hice la reserva.


Y la quinta habitación, la tenía reservada para una pareja de Barcelona, los Codina, que tenían casa por la zona, pero que querían probar mis dotes culinarias, ya que alguien les había dicho que entre mi cocinera Manuela y yo, hacíamos prodigios en los fogones. Con lo cual mi ego hizo que me dejara de comprobaciones de quienes eran.


Estaba repasando la lista, cuando sonó el teléfono.
-¿Diga?-
-¡Mami!
-¡Hola Paola! ¿Cómo estás?- contesté alegre de oír a mi hija.
-Muy bien. Pero aquí en Nueva York hace un frío de narices. Está todo nevado. Te quiero proponer que vengas a Nueva York cuando presente mi colección. He trabajado mucho y espero que te guste.
-Y ¿Cuándo será?- le pregunté deseando que no fuera en plena temporada hotelera.
-Pues aún no lo tengo confirmado del todo, pero supongo que el pase para los nuevos diseñadores será mitad o final de mayo. Tienes que venir, mami. Papá me ha dicho que si y a lo mejor con suerte la nueva novia no puede ir con él, porque tiene un casting por esa época.-
-¿Un casting? ¿Que es modelo? – pregunté pensando que en la actualidad las modelos florecían como setas.
-No, mama, es aspirante a actriz. Pero si ella no viene, podéis venir juntos y así le das en las narices a la nueva.
-Bueno, cariño, cuando sepas exactamente la fecha me lo dices y haré lo posible para estar contigo y ver el éxito que tendrá tu colección de ropa. Pero con papá no voy, prefiero ir sola, y a papá y lo veré contigo en Nuevo York.
-Vale mami, pero que sea que si, te quiero.
-Yo también te quiero, Paola, y tengo muchas ganas de ir y estar contigo. Un besito, adiós.
Tengo que decir, que mi querida hija Paola es de lo más independiente que me he echado a la cara. Estudió diseño de moda en Central Saint Martin School of Art de Londres. Hace dos años que se estableció en Nueva York y está metida en el mundo neoyorquino como una Woody Allen femenina. Por el momento ni piensa casarse ni tener hijos. Claro que con unos padres como los que tiene no me extraña.


Vaya ideas que se le ocurrían a mi hija. ¡Que fuera con su padre a Nueva York! Con mi ex marido tenía una buena relación, pero no me apetecía volar con él. Alberto iba por la cuarta o quinta novia o mujer. Hacía tiempo que no nos veíamos ni hablábamos por teléfono. El pasado lo tenía ya archivado y no quería que volviera a mi presente. Yo había sufrido mucho en mi matrimonio y no quería saber nada de esa etapa anterior. Podría haber sido una familia feliz, los tres juntos, pero no había sido así. El paso del tiempo había hecho cicatrizar mis heridas, pero tampoco era cuestión de hurgar mucho por su volvían a supurar.


Eran ya las siete de la tarde. Como ya había hecho todo el trabajo, me fui al gimnasio. En la buhardilla de la masía tenía montado un pequeño gimnasio, con aparatos de fitness, jacucci, baño turco y sauna. Esa tarde me pasé una hora haciendo máquinas, unos quince minutos y jacucci y sauna bastante más rato, que a mi edad tampoco es cuestión de machacarme el cuerpo. Después, ya relajada, me puse cualquier cosa y bajé a la cocina donde Manuela me había dejado algo para cenar. Para Manuela algo para cenar consistía en una sabrosísima sopa de verduras y un lenguado meunière, digno del mejor chef francés. Comí delante de la tele que hay en un pequeño comedor anexo a la cocina. Como no hacían nada interesante esa noche en la televisión, me fui a mi habitación, que es la otra parte preferida de mi casa. Es grande y espaciosa y se compone de un vestidor y un cuarto de baño en un solo espacio, y la parte del dormitorio con vistas a la piscina, los bungaloes y al bosque de pinos.


Esa noche tenía ganas de leer un nuevo libro de la escritora Donna Leon. Era una de mis autoras favoritas de novela negra. La nueva aventura veneciana del comisario Guido Bruneti, me había mantenido despierta la noche anterior hasta altas horas de la madrugada y esta me pareció que volvería a ser lo mismo.


Para ver el resto de capítulos haz clic aquí.









LENGUADO MENIERE, originally uploaded by Puntiyo.


Ingredientes:

  • 4 lenguados
  • aceite
  • harina
  • sal, pimienta, cebollino o estragón
  • 50 gramos de mantequilla
  • zumo de 1/2 limón
Preparación:

  • Salpimentar los lenguados, pasarlos por harina y freír en aceite. Reservar.
  • En un bol derretir la mantequilla, echar el zumo del limón, un poco de sal y las hierbas.
  • Verter por encima de los lenguados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails